La voracidad


VISION GLOBAL
Nelson Encarnación

Mediante una artimaƱa argumental los representantes del sector privado en las discusiones sobre el Pacto ElĆ©ctrico han pretendido convencer a las contrapartes de la necesidad de que sean suprimidas varias instituciones que, a juicio de los empresarios, “no tienen razón de ser”.

Una de ellas es la Superintendencia de Electricidad (SIE) la cual deberĆ­a desaparecer para dejar que el precio de la energĆ­a elĆ©ctrica lo ponga el mercado, lo cual no serĆ­a nada pecaminoso en un mundo donde el “seƱor mercado” es quien manda.

La única cuestión sospechosa es que nuestra experiencia apunta a que el mercado solo opera en beneficio de quienes venden y nunca de quienes compran. Y en esto creo que no hay excepciones.

Para los seƱores empresarios carece de sentido la existencia de la Unidad de Electrificación Rural y Suburbana (UERS), pues, ¿quĆ© sentido tiene que esa entidad lleve luz elĆ©ctrica a campesinos de apartadas zonas del paĆ­s? Esa gente debe seguir alumbrĆ”ndose con “jumiadoras” de mecha y gas keroseno aunque se les revienten los pulmones por el hollĆ­n. ¿Eso quĆ© importa? Esto sin hablar del reclamo de que una vez terminadas con el dinero de todos nosotros, las generadoras de Punta Catalina sean entregadas al sector privado. Sin poner un centavo, por supuesto. Los empresarios entienden que no se justifica ya la existencia del Fondo Patrimonial de las Empresas Reformadas (Fonper), y por supuesto debe ser eliminado.

Y es aquí donde quiero enfatizar en el carÔcter tendencioso del reclamo empresarial, pues si hay una institución que mejor puede justificar su existencia es Fonper, que en quince años ha duplicado el patrimonio del Estado en las empresas donde participa, ha invertido en obras de infraestructura en escuelas, centros médicos, instalaciones deportivas, unidades productivas para la generación de empleos y riquezas, solidaridad humana, en fin, miles de millones de pesos en beneficio directo de las comunidades. En razón de que conozco al Fonper puedo garantizar la pulcritud con que Fernando Rosa ha dirigido esa institución. Dudo, al mismo tiempo, que en el sector privado haya una empresa que se gestione con mÔs eficacia que el Fonper. De modo que no tienen argumentos sólidos para oponerse a la permanencia de esa institución, a no ser la inveterada voracidad de algunos.




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