
Garián, de 68
años, llegó al sur de Rusia en 1989 procedente de Bakú, capital de la entonces
República Socialista Soviética de Azerbaiyán, para escapar del conflicto
interétnico de Nagorno Karabaj, donde perdido a su familia.
El hombre es
un gran aficionado al deporte y suele acudir a partidos de baloncesto, fútbol y
voleibol para apoyar a los deportistas locales. Los clubes le permiten la
entrada libre a todos los partidos y varios equipos lo consideran un símbolo
del club.
El anciano se
gana la vida vendiendo fruta y verdura en el mercado y las paradas de
transporte público.
DIARIOMETROPOLITANO.NET
"Reflejo de la Sociedad"
Publicar un comentario