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Obama, que hizo historia en 2009 al convertirse en el
primer presidente negro de EEUU y dejará el Despacho Oval en enero, tenía
puestas sus esperanzas en la candidata demócrata a la Casa Blanca, Hillary
Clinton, para dar continuidad a sus políticas, pero le sorprendió y descolocó,
como a casi todos, la victoria de Trump en las elecciones de noviembre.
Cuando se pregunta a los expertos, la mayoría coincide en
que la reforma sanitaria promulgada en 2010, conocida como Obamacare y que establece
la obligatoriedad de contar con un seguro médico, ha sido el mayor logro a
nivel interno del actual presidente.
Se trata de una ley "muy compleja" que ha
beneficiado a "más de 20 millones de ciudadanos", como recuerda a Efe
el analista Roberto Izurieta, profesor de la Universidad George Washington.
Esa cifra de beneficiados hace que Susan Burgess,
profesora de Políticas de la Universidad de Ohio, se pregunte si será
"políticamente sostenible" para los republicanos, con Trump a la
cabeza, mantener su promesa de derogar el Obamacare.
No obstante, Trump sí parece decidido a ejecutar esa
promesa y la señal más clara al respecto es que ha elegido para dirigir el
departamento de Salud a Tom Price, un legislador y cirujano conocido por su
firme oposición a la reforma de Obama.
También hay bastante unanimidad entre los analistas
acerca de que con Obama se ha pasado de una economía en crisis y "en caída
libre", en palabras de Burgess, a números macroeconómicos razonablemente
buenos casi ocho años después de la llamada Gran Recesión.
El desempleo en el país se situó en noviembre en el 4,6
%, la tasa más baja desde agosto de 2007, y la economía estadounidense creció a
un ritmo anual del 3,2 % en el tercer trimestre del año.
Pero esa recuperación también puede estar en riesgo con
Trump, a juicio de Izurieta, quien cree que continuar por la senda del
crecimiento y mejorar esos números "requerirá una visión muy clara de
hacia dónde y cómo" proyecta el avance.
Obama se marcha con un nivel de popularidad bastante
alto, de alrededor del 50 %, algo que es "muy inusual" para el final
de un segundo mandato, según anota Burgess a Efe, y sin ninguna certeza sobre
la suerte que correrán dos de sus éxitos en política exterior: el pacto nuclear
con Irán y el restablecimiento de las relaciones con Cuba.
El acuerdo con Irán ya tenía desde que se firmó en 2015
muchos enemigos en el Congreso de EEUU, donde los republicanos mantuvieron su
mayoría en las dos cámaras en las elecciones de noviembre, y ahora Trump ha
dicho que lo quiere "romper", aunque, fiel a su estilo, sin dar
detalles de cómo lo haría.
Sobre Cuba el magnate sí ha sido mucho más explícito y, a
raíz de la muerte del expresidente Fidel Castro, amenazó con poner fin al
acercamiento con la isla si el Gobierno que encabeza Raúl Castro no está
dispuesto a sellar "un acuerdo mejor".
También se intuye que Trump es partidario de una
estrategia de mano dura sobre la guerra en Siria, cuyo recrudecimiento queda
como el mayor fracaso de la política exterior de Obama pese a los esfuerzos in
extremis de su secretario de Estado, John Kerry, para tratar de reducir la
violencia, particularmente en Alepo.
Entre los fracasos de Obama, Izurieta destaca, además,
"su incapacidad para tener una relación básica con el Congreso", ya
que, a su juicio, es ante todo "un deber del presidente" conseguir
algunos acuerdos con los legisladores, aunque en su caso "la mayoría de
los republicanos" no lo ayudaron en la búsqueda de consensos.
Burgess coincide en el diagnóstico sobre las
"dificultades" de Obama para trabajar con el Congreso, especialmente
para sacar adelante algunas de sus prioridades, como la reforma migratoria o un
mayor control de las armas de fuego.
Con la vía hacia esa reforma migratoria cerrada en el
Congreso, Obama proclamó por decreto a finales de 2014 unas medidas para frenar
la deportación de casi cinco millones de indocumentados y que fueron bloqueadas
poco después a petición de 26 estados.
Tras una larga batalla judicial, el Tribunal Supremo, con
un juez menos tras la muerte del conservador Antonin Scalia, no fue capaz en
junio pasado de inclinar la balanza a favor o en contra de esas medidas, con lo
que se mantuvo el bloqueo dictado por una corte anterior y el problema migratorio
está ahora en manos de Trump.
Consciente de que Trump está "menos preparado"
que otros presidentes electos para ocupar el cargo, dada su falta de
experiencia política, Obama ha adoptado tras los comicios un tono conciliador y
ha pedido a los ciudadanos, de EEUU y del resto del mundo, que den una
oportunidad al que será su sucesor.
Pero también ha dejado claro que, "como ciudadano
estadounidense que se preocupa profundamente" por su país, no se quedará
callado y saldrá en defensa de los valores e ideales nacionales si los
considera amenazados por Trump.DIARIOMETROPOLITANO.NET
"Reflejo de la Sociedad"
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