Por Manuel Hernández Villeta.- El Partido Reformista Social Cristiano
nunca fue una fuerza política de columnas democráticas. Fue la imagen de
masas del doctor Joaquín Balaguer. Más que un partido, fue el designio de un
líder que era dueño del poder absoluto.
Los hombres que se creen por encima de
la Constitución, del país y del pueblo siempre conforman un grupo social que
pueden llamar partido, donde obligan a la mayor parte de la población a formar
filas. Trujillo lo hizo con el Partido Dominicano.
De la palmita al gallo, el doctor
Balaguer hizo del partido Reformista una extensión política del poder. Una
institución sin piernas y sin cabeza, donde todo era el ideal balaguerista de
estar siempre en el poder.
Balaguer fue un líder indiscutible de
la masa silente, de los más conservadores del país, de una fuerza mayoritaria
pero temerosa, que gusta de ley y orden, sin democracia. Es una masa amorfa que
siempre va desde la suplementación de la democracia por el puño de un dictador,
o el verbo incendiario de un sátrapa ilustrado.
Al borde de una nueva división, el
reformista ya no sintetiza el sector que aglutina a los más conservadores de la
población. Hoy carece de un líder, y si muchos dirigentes de ocasión, sin el
gran peso de ser conductores de masas.
El doctor Balaguer levantó la mano de
Leonel Fernández para conformar un binomio electoral, y ganar unas elecciones
al doctor José Francisco Peña Gómez. Balaguer, ya camino de la tumba, le endosó
a Leonel Fernández el liderazgo de las fuerzas conservadoras nacionales.
Esta nueva lucha en el Partido
Reformista son los estertores de un moribundo político que sigue luchando.
Todos son conservadores y muchos llegan al oportunismo. Sin estar en sus filas
y sin en forma pública alentar cambios, las ideas conservadoras reformistas
van de la mano con el doctor Fernández.
Una división que constituye un paso
adelantado hacia las venideras elecciones presidenciales. Podría ser que mentes
predestinadas desean cerrar la brecha a que segmentos reformistas
quieran ofrecer de nuevo las banderas del gallo colorao para una postulación de
Leonel.
Una maniobra de fino tacto político,
donde el continuismo va conformando nueva formas, para nacer de nuevo. ¡Ay!, se
me acabó la tinta.
A Pleno Sol
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"Reflejo de la Sociedad"

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