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El candidato presidencial republicano Donald Trump. |
Un empresario subasta un retrato suyo con fines
benéficos. Lo termina comprando su propia esposa. El pago no sale de su
bolsillo, sino de la fundación que dirige el magnate junto con sus hijos.
Fondos que estaban destinados a obras de caridad terminaron pagando el cuadro.
El mismo proceso ha ocurrido más de una vez.
El empresario es Donald Trump y
uno de esos retratos está colgado en uno de sus complejos hoteleros de Florida.
La Fundación Donald Trump, creada en los años 80, está
siendo investigada
por la fiscalía de Nueva York, que considera que podría haber
incurrido en prácticas prohibidas. El caso del cuadro solo es un ejemplo.
La
legislación estadounidense no permite utilizar fundaciones benéficas para
adquirir bienes personales a sus titulares, como tampoco emplear sus fondos
para hacer pagos a políticos. Eso también lo hizo Trump.
El pago lo recibió
esta vez un grupo político que apoya a la fiscal general de Florida, Pamela
Bondi. Días después de que recibieran un cheque por valor de 25.000 dólares,
Bondi rechazó abrir una investigación por fraude a Trump University, otra
empresa del ahora aspirante a presidente de EE UU que nunca se registró como
institución educativa y que podría haber defraudado a miles de estudiantes.
Todos estos detalles han salido a la
luz gracias a una investigación elaborada en los últimos meses por un periodista
de The Washington Post que ha rastreado todas las
organizaciones de caridad a las que Trump presume de haber donado parte de su
fortuna. El candidato republicano ha reiterado en varias ocasiones que ha
entregado “cientos de millones de dólares” y su campaña defendió en un
comunicado que él “ha donado decenas de millones tanto a través de su fundación
como por otros medios”.
CRISTINA F. PEREDA
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