Esperanzas y rebeldía (OPINIÓN)

Por Manuel Hernández Villeta.- Creo que el término más infamante e irresponsable para identificar a la juventud dominicana es el Ni & Ni. Le pone culpabilidad a los muchachos, por hechos de los cuales son víctimas y no ejecutantes. No son forjadores de su destino ni en forma  intelectual  ni de fuerza. 

Sencillamente una parte considerable de esa juventud que muchos vituperan es el excremento de los experimentos sociales degradados por sectores nacionales y extranjeros. 

El embarazo de niñas y adolescentes no es una moda sexual, sino la ecuación dolorosa de la exclusión y el abandono.

Si hay jóvenes sin estudios, es el sistema y los grupos sociales que han tenido el poder por siempre los que se deben ver en el espejo y avergonzarse de ese rostro. La educación está vedada para los pobres, para los que carecen de abolengo. 

Las estadísticas son claras sobre la deserción escolar y el analfabetismo entre la masa juvenil.

En el último siglo no han mejorado las condiciones sociales colectivas en el país por lo que se mantiene en la ignorancia a la mayor parte de la población. Se han dado saltos individuales que sirven para fijar bien la regla de juego. Hay un embudo por donde se le hace difícil poder a una minoría débil llegar a la tierra de la esperanza.

¿Y el trabajo?. Nadie está desempleado porque no le guste trabajar. Hay que buscar ese desempleo en la mala distribución de la riqueza, en la oportunidad que no llega a los que se quedaron atrás en el proceso educativo; en que es difícil, por no decir imposible llegar al primer empleo si no se tiene apellido y se logra quién dé un empujón.

La política rompe esa trayectoria negra. En el partidismo no hay Ni & Ni porque la fuerza de exhibición y arrojo por el triunfo partidista hace olvidar todo y en el Estado los de pies descalzos se ponen charol y se rocían con perfume de buen oler.

La desgracia de la juventud es que le quitaron el derecho a ser contestaría, a tener ira, a sufrir porque sus esperanzas están lejanas y para darle un falso aliento le abren las puertas para que transiten por el mundo mágico, irreal y destructivo de los estupefacientes.

Nuestra juventud no es un mote de moda sino lo que queda de los que ofrendaron sangre y vida por un mundo mejor. Hoy están obnubilados en el desgane, perdido el horizonte, sin metas, sin brújulas, sin pasado y sin futuro. Sólo hay que recordarle que todo comienza hoy. El pasado se fue y el futuro podría no llegar. Todo es hoy.

En el cine hay dos personajes que fueron rebeldes sin causa mientras  crecía el imperio se intervenía en el mundo entero y la fría diplomacia paría guerras devastadoras donde se perdió la inocencia, mientras se ampliaba el conteo que convirtió en cadáveres insepultos en playas lejanas a lo mejor de la juventud norteamericana.

Quedan en el simple recuerdo de lo frustrante de la juventud dos héroes de celuloide. Primero, Marlon Brandon,( The wild One, 1953) con chamarra de cuero, tabaco en la comisura de los labios, motor entre las piernas y pandillas corriendo velozmente sin ir a ninguna parte; y segundo, Jimmy Dean, el eterno Rebelde sin Causa, perdido sin saber su camino, pero con la dicha entre ficción y realidad de ser siempre joven al quedar su hoy congelado por la imprudencia al frente del volante en una carretera sin nombre.

¿Cuándo volverá la ira a la juventud dominicana?. Sin esperanzas, se da el primer picazo para sepultar hoy los sueños  de un futuro mejor.

A Pleno Sol

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